Tiemblan las paredes y pierden sus huellas, no hay camino que no se curve ante sus cimientos, sus raíces, sus puertas entreabiertas.
Y este mundo medio vacío, medio lleno se bebe a sorbos los restos de la fiesta.
Te miran desde el fondo de la taza, te adivinan las pupilas y te leen las arrugas.
Escóndete.
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